Una mochila para toda la vida

No importa si estás escalando montañas, de camino a la universidad o yendo a trabajar, pero tener la mochila adecuada hará que todo sea más fácil. Sin embargo, elegir una mochila probablemente implica más de lo que te imaginas. Cuánto vas a poner dentro de ella, si lo que llevas va a ser frágil y durante cuánto tiempo crees que la tendrás que llevar serán algunos de los factores a tener en cuenta. Elige bien ahora y tendrás una mochila que te dure años, incluso toda una vida. Por ello, aquí te presentamos 5 cosas a tener en cuenta al elegir tu próxima mochila.

 

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1. Elige el tamaño que necesites

Por su puesto, las mochilas vienen en diferentes tamaños, y es lógico acabar comprando una que termina siendo muy grande, sobre todo si es para salir de aventura. Solo ponte a pensar en cuánto necesitarías en general llevar contigo, y probablemente te darás cuenta de que no mucho, a no ser que seas un experto del senderismo.  

Un problema al adquirir una mochila que es demasiado grande es que lo que pongas dentro terminará por caer al fondo, lo que implica que el centro de gravedad estará por debajo de tu caja torácica, y eso creará una tendencia a tirar tus hombros hacia atrás, que no es cómodo ni saludable, especialmente tras recorrer largas distancias. Consigue una mochila que guarde todo tu equipamiento pequeño en el área alrededor de tus omóplatos, o entre el cuello y la cintura si es grande, y así irás mejor equipado. 

El inconveniente de una mochila que es demasiado pequeña es bastante sencillo de describir: ¡no entrarán tus cosas! Está claro que si sueles moverte con tu portátil o algún otro equipamiento, recuerda medirlos antes de comprarla. Algunas mochilas traen en su descripción la medida específica del portátil que pueden llevar. 

 

 

2. Bolsillos, fundas y compartimentos

Una mochila no debería ser una gran bolsa en la que pones todo dentro. Así verás que todo lo pequeño cae al fondo y te pasarás la vida hurgando hasta poder encontrarlos. Cuantos más bolsillos, fundas y compartimentos tenga, mejor. Siempre viene bien tener un bolsillo interior con cierre en la parte superior para llevar más seguros tus objetos de valor, como la cartera o el móvil, pero cualquier otro bolsillo interior o compartimento siempre ayudan a resguardar tus cosas. Los bolsillos y los compartimentos también te ayudan a distribuir el peso de manera más uniforme, que resulta esencial para caminatas largas. 

Los bolsillos externos son igual de útiles, especialmente si vas de senderismo. Puedes guardar mapas, el GPS, botellas de agua, snacks o incluso ese imprescindible selfie stick. Todo al alcance de tus manos: simplemente estira los brazos y coge lo que necesites. 

 

3. Comprueba que sea resistente al agua

A diferencia de la ropa de deporte al aire libre, las mochilas no necesitan estar hechas de telas transpirables de alta tecnología; solo necesitan ser tan impermeables al agua como sea posible. Por lo tanto, ya sea si vas de senderismo con lo esencial o decides llevar tus costosos dispositivos electrónicos a la oficina, asegúrate de mantener la lluvia fuera de tu mochila eligiendo una con tela impermeable. 

Pero recuerda, la impermeabilidad no solo está en la tela, sino también en el diseño de la mochila. Las cremalleras herméticas pueden ayudar a mantener secos los bolsillos, especialmente si están cubiertos por la tela. Las solapas por encima de los bolsillos y la abertura superior también ayudan a repeler el agua, como puedes ver en la mochila Shawnee. No tiene sentido tener tela impermeable si la parte superior no está cubierta. 

 

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4. ¿Tiene soporte lumbar?

Si llevas tu mochila durante largos periodos de tiempo, especialmente si la sueles llevar muy cargada, necesitarás prestar atención a la parte ergonómica, es decir, a cómo se ajusta a tu forma y postura naturales. Si te vas a embarcar en una gran expedición de senderismo, te recomendamos que te pruebes varias mochilas diferentes mientras llevas tu ropa de deporte para asegurarte de encontrar la que mejor se adapta a la forma de tu cuerpo. 

El soporte lumbar consiste en distribuir el peso de la manera más uniforme posible alrededor de tu espalda y hombros. Eso se logra con una mochila que se ajuste bien, con correas anchas y acolchadas, e idealmente con una correa para la cintura para mantenerla ajustada a tu cuerpo, evitando así movimientos y giros no deseados. 

Sin embargo, no solo tienes que cuidar tu espalda si estás haciendo el Camino Inca. Incluso un uso normal de la mochila por la ciudad, cargada con el portátil o algunos libros, podría causarte dolor y tensión en la espalda si no está bien ajustada a tu cuerpo. Recuerda: asegúrate de que las correas sean anchas y acolchadas para que el peso se distribuya de manera uniforme, y usa los bolsillos para quitar algo de peso del fondo de la mochila. También es buena idea evitar llevar la mochila colgada de un solo hombro, ya que esto puede desviar tu columna vertebral. 

 

 

5. Adaptabilidad

Lo último que queda por buscar es la adaptabilidad. Las mochilas están hechas en medidas estándares, pero los seres humanos, no. Es de vital importancia que ajustes el largo de las correas de los hombros y cualquier otra correa auxiliar para que tu mochila te calce a la perfección, sin importar la ropa que lleves. Deberías poder aflojar las correas fácilmente para poder ponértela y quitártela sin problemas, y una vez que te la hayas puesto, deberías poder ajustarla desde el frontal para que quede bien ceñida contra tu espalda, sin riesgo de que se afloje. 

 

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¡Tu comodidad es lo primero!

Como regla general, sabrás que has elegido la mochila correcta si la sientes cómoda y tu equipamiento está bien protegido. En el momento en que empieces a sentir tensión en la espalda o si la mochila comienza a hacerte roces, es cuando tendrás que volver a ajustarla o invertir en una nueva que resistirá el paso del tiempo.

 

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