La sostenibilidad medioambiental ya no es opcional

 

Timberland footprint in the sand

 

El 2 de agosto de 2017 la población mundial ya había consumido todo el presupuesto de recursos naturales disponible para ese año. Esto significa que durante los cinco meses res-tantes, utilizamos recursos que nuestro planeta no fue capaz de regenerar. Cada año, este triste acontecimiento conocido como el Día de la Deuda Ecológica se adelanta un par de días. En 2016 se produjo el 8 de agosto, mientras que en 2018, por primera vez en la histo-ria de la humanidad, el agotamiento del agua, la tierra, el aire limpio y otros recursos para ese año se producirá en julio. Cada año van a desaparecer más días, semanas y meses de consumo sostenible, hasta que lleguemos a un punto de no retorno, en el que la regenera-ción de los recursos disponibles está a cero.

 

Algunas poblaciones ya se han visto afectadas por el cambio climático: en algunas islas di-minutas del Pacífico, como Tuvalu y Kiribati, miles de personas han tenido que abandonar las costas a causa de la subida del nivel del mar, una de las principales consecuencias del calentamiento global. Se viven situaciones parecidas en todo el mundo, por ejemplo la Isla de Jean Charles de Luisiana que ha perdido el 98% de su superficie terrestre a causa del aumento del nivel del mar y solo cuenta con 85 habitantes en la actualidad.

 

A partir de los años 70 comenzó a aparecer el concepto de desarrollo sostenible en la agen-da internacional y se le concedía la misma importancia —al menos sobre el papel— a las cuestiones ecológicas que a la paz entre las naciones y al crecimiento económico. Aun así, durante los siguientes 50 años, las decisiones parecen haberse regido por una explotación salvaje de los recursos y una falta de interés por los problemas medioambientales. El pro-greso y la expansión industrial del s. XX han provocado que sea necesario un compromiso mundial con los problemas medioambientales, mientras que el desarrollo económico ha comenzado a modificar las costumbres y los hábitos de vida. Cada vez nos hemos vuelto más adictos a la energía; las emisiones de CO2 per cápita han pasado de 3,1 toneladas en los años 60 a 5 toneladas en 2013. Occidente es especialmente responsable: mientras que un ciudadano estadounidense produce el equivalente a 15 toneladas de CO2 al año, un ciu-dadano del África Subsahariana no llega a alcanzar la tonelada.

 

La población mundial alcanzará los 11,000 millones en 2100.  Si sumamos a esto la prolife-ración de los estilos de vida occidentales en todo el mundo, nos espera un futuro muy poco halagüeño. Según los planes actuales de desarrollo, para mantener unas condiciones de vida que satisfagan a esta población será necesario aumentar entre dos y seis veces los recursos biológicos y medioambientales actuales. El problema no es el progreso en sí mismo, sino la forma de llegar a él. Son necesarios nuevos modelos de desarrollo, en los que ver-de no sea solo un adjetivo, sino el pilar de todas las inversiones y en los que la obsesión por el crecimiento económico se haga extensiva a la protección del medio ambiente. Esto im-plica que todos los sectores de la sociedad y todos los ciudadanos asumamos nuestra responsabilidad colectiva.

 

Environmental sustainablity at Timberland
Environmental sustainablity at Timberland

 

En el ámbito internacional, han comenzado a movilizarse sectores que van desde la arqui-tectura hasta las políticas corporativas, las finanzas, el transporte y los bienes de consumo. El mercado de propiedades de construcción ecológicas —la denominada bioconstrucción— ha sido testigo de un drástico crecimiento en los dos últimos años. 

 

Varias marcas internacionales se han convertido en embajadoras de la sostenibilidad. Esto ha ocurrido con VF Corporation de la que Timberland forma parte. Su sede italiano-suiza se encuentra en un enorme edificio respetuoso con el medio ambiente de Stabio, al que se le concedió la certificación LEED Green Building Silver por su eficiencia energética en 2016. Las soluciones bioarquitectónicas adoptadas por el gigante de la moda han contribuido a aumentar la eficiencia energética un 41 % respecto a otros edificios de dimensiones simila-res. Además, VF ha fomentado una serie de iniciativas en las que participa la comunidad local para concienciar en temas relacionados con la sostenibilidad al implicar a sus empleados, ciudadanos, universidades y asociaciones comerciales. A fin de promover medios de transporte más responsables, VF también ha construido su edificio a unos pasos de la estación de ferrocarril. 

 

VF es un fantástico ejemplo de lo que se puede lograr al combinar bioconstrucción, sosteni-bilidad corporativa y transporte ecológico. Y este último aspecto adquiere una especial rele-vancia en lo que a la protección de los recursos del planeta Tierra se refiere: en los últimos años el mercado de los vehículos sin emisiones ha disfrutado de un sólido crecimiento. Hoy en día, se están utilizando nuevas fuentes de combustibles sostenibles como alternativa a los combustibles fósiles; el cannabis es uno de los casos recientes. Por no mencionar el aumento de la popularidad de los servicios de uso compartido de motocicletas eléctricas y coches, equiparable a la inversión en carriles bici y uso compartido de bicicletas por parte de los consejos administrativos y las empresas emergentes de toda Europa.

 

2017 también ha sido testigo de un aumento de las inversiones responsables desde un pun-to de vista social realizadas por empresas de gestión de activos: en una investigación de la Global Sustainable Investment Alliance se ha subrayado que las inversiones sostenibles de todo el mundo crecieron un 25% en 2016 (respecto a 2014), alcanzando los 22,890,000 millones de dólares. Las inversiones tanto institucionales como privadas favorecen a las entidades cotizadas que se rigen por criterios de sostenibilidad, en lugar de a las empresas vin-culadas a los combustibles fósiles. De este modo se intensifica la presión que se ejerce so-bre las empresas para garantizar que llevan a cabo acciones sostenibles desde un punto de vista social: si en el pasado la falta de interés por las cuestiones medioambientales era la clave para maximizar los beneficios, hoy en día esta estrategia puede salir muy cara.

 

En el ámbito de las finanzas, la arquitectura, el transporte y los bienes de consumo, existe una creciente concienciación por las cuestiones relacionadas con la sostenibilidad, aunque no sea suficiente para evitar el terrible escenario hacia el que nos dirigimos. Solo estamos tomando medidas con retraso y, con independencia del ruido que hagan los ecologistas, sigue siendo una cuestión marginal. La creación de un plan de desarrollo en el que cohabiten en armonía el medio ambiente, el bienestar y la igualdad social debe ser solamente el punto de partida.

 

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